
Viernes, 17 de junio de 2011Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. El ancla sostiene
Léase Hebreos 6.10-19-Hebreos 6.19 (VPEE)ME acurruqué en una esquina, con las lágrimas fluyendo. Aunque las marcas en mi cuerpo eran nuevas, no eran desconocidas. Por años había orado por mi esposo, un cristiano, y porque pararan los golpes que me propinaba en su ira. Dios había sido mi ancla mientras crecía, y me preguntaba por qué Dios no había intervenido para detener el abuso.Esa noche, al salir para un concierto cristiano, mi esposo me había dicho que no regresara. Cuando regresé, me lanzó contra la pared. Esta vez, para mi sorpresa, las palabras: «Quiero el divorcio» salieron de mi boca. Al salir de mi boca sentí que las cadenas de temor y opresión se levantaron. Dios me susurró que nunca más volvería a ser agredida por este hombre. Esa noche mi Ancla me sostuvo.Hasta ese momento no había entendido cuánto Dios me amaba, ni la abundancia de su gracia. Dios no desea que nadie sea oprimido y abusado, y quería un puerto seguro para mí. Doy gracias a Dios por ser mi ancla constante y verdadera.Dios me ayudó a dejar el mar embravecido del abuso, y me dirigió a la libertad que Cristo ofrece y desea para cada uno de los seres humanos.Sra. Tricia S. (Tennessee, EUA) Oración:Oh Dios, libéranos de todo lo que nos oprime. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍADios nos llama de la esclavitud a la libertad y a la plenitud de vida.OREMOS: Por quienes viven sometidos al abuso.
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