No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
Me preguntaron cómo saldré del problema serio que estoy pasando, pero al mismo tiempo, me pidieron que no respondiera. Me causó mucha molestia esa actitud. Pensé con enojo: «No hay peor sordo que el que no quiere oír». - Isaías 41.10 (VPEE)
Clamando por la ayuda de Dios, me di cuenta que acababa de hacer exactamente lo mismo con mi Padre. En este período de angustia y prueba, Dios se ha manifestado en mi vida, con bendición. Él ha ido sanando cada herida. Su Palabra me corrige y me guía en cada situación. Me ha rodeado de gente maravillosa que me manifiesta su amor y apoyo constante. Me dio un trabajo donde se reconoce mi aporte y valor. ¿Y qué hago? Viene otra réplica del terremoto y le pongo más atención al mal del momento que a Su amor.
Pero Dios no se enoja conmigo por esa sordera necia, sino que en su misericordia me vuelve a instruir y hacer ver que debo seguir confiando en Él; que soy su hija; que nada me apartará de su gran amor. Sé que es Dios quien me sostiene con su mano poderosa y clemente en medio de las crisis en mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario