Léase Juan 9.1-12
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.
- Proverbios 22.6 (NVI)
Durante mi larga vida siempre he disfrutado el contacto con los niños, a quienes considero una sonrisa de Dios. El llegar a ser abuela ha sido para mí maravilloso, pues aprendo mucho a través de mis nietos.
Pedro, mi nieto de seis años, leía con su papá en su pequeña Biblia ilustrada, acerca de las plagas de Egipto. En la Biblia se relata cómo el pueblo israelita, después de haber inmolado un cordero, marcaron con su sangre el dintel de sus casas para ser protegidos de la última plaga.
Mi nieto preguntó a su papá: «¿Por qué con la sangre del cordero?». El papá le contestó que tal vez la sangre no se borraría como si pusieran agua o lodo. Entonces Pedro, con seguridad, comentó: «¡Pero Jesús sanó con lodo a un ciego!».
Su respuesta me hizo reflexionar en que, cuando ponemos en las manos de Jesús nuestras vidas y sus afanes, él puede convertirlos en bendiciones y paz. La sangre, el lodo o el agua sólo son símbolos de la protección de Dios y su amor. Mi nieto me ayudó a entender mejor el amor de Dios.
Pensamiento para el día: Escuchemos el mensaje de Dios con la sencillez de niños.
Oración: Amado Dios, ayúdanos a ver la vida con la sencillez de los niños. Por Jesús. Amén.
Oremos: Por niños/as conociendo la Biblia.
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