Ana dio gracias a Dios y comenzó a
hablar del niño a todos los que esperaban
la redención de Jerusalén. - Lucas 2:38 (NVI)
Ana, la profetisa, es una de mis heroínas cristianas. No pastoreó ovejas ni visitó el pesebre. Sin embargo, Ana forma parte del gran relato de la Navidad al celebrar la presencia del niño salvador 40 días después en Jerusalén. Admiro en ella que se mantuvo atenta al propósito de Dios para su vida. A pesar de su edad, confió en que el Señor le había asignado una tarea. Se mantuvo cerca de Dios mediante el ayuno y la oración. Vivió con esperanza, lista para participar. Tan pronto como vio a Simeón con el niño, se dio cuenta de que aquel bebé era el niño Cristo y lo alabó de inmediato. Se convirtió en un heraldo de las buenas nuevas: ¡Gozo del mundo, el Señor vino a nosotros! Resonó su testimonio en todo el templo. Me complace que Ana sea parte del gran relato de la Navidad. Su ejemplo de fe atenta me da aliento. Junto a los ángeles y pastores, proclamó que se iba desplegando el plan de Dios. De manera similar, nuestras vidas pueden entretejerse en la continua historia de la salvación de maneras sorprendentes. Solo se nos pide estar alerta y responder al llamado del Señor.
ORACIÓN DE HOY
¡Te alabamos, Dios de la vida! Gracias por incluirnos en la eterna y continua historia de la salvación. Amén.
Sra. Marion Speicher Brown (Florida, EE.UU.)
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