El es nuestra paz, que de ambos
hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación. . . - Efesios 2:14 (RVR)
De una iglesia bombardeada en el centro de Berlín, solo quedaron muros destruídos; pero sobre el pórtico se leía: «Cristo es nuestra paz».
Allí se veía la obra destructora de la guerra: hacinamientos de ladrillos, viguetas de acero retorcidas, vidrios en añicos por todos lados. A eso habían quedado reducidos los edificios, aun los santuarios. La gente demacrada, con ojos hundidos, daban testimonio de los efectos de la hecatombe, la que no perdonó ni a la familia de la fe.
Por medio del desaliento había esperanza, y en medio de la muerte surgía la vida. Y la esperanza y la vida tenían su origen no en alguna organización política, plan económico, leyes o costumbres, caudillos o sostenedores de alguna causa, provenían exclusivamente de Cristo, de la paz que Cristo imparte. Él derriba la pared intermedia de separación que las envidias y los celos personales, las rivalidades de clase, la animosidad racial, los odios nacionalistas y el fanatismo religioso han levantado.
Ese Espíritu reconciliador de Cristo es el que le abre al alma libre acceso a la presencia del Padre celestial.
Allí se veía la obra destructora de la guerra: hacinamientos de ladrillos, viguetas de acero retorcidas, vidrios en añicos por todos lados. A eso habían quedado reducidos los edificios, aun los santuarios. La gente demacrada, con ojos hundidos, daban testimonio de los efectos de la hecatombe, la que no perdonó ni a la familia de la fe.
Por medio del desaliento había esperanza, y en medio de la muerte surgía la vida. Y la esperanza y la vida tenían su origen no en alguna organización política, plan económico, leyes o costumbres, caudillos o sostenedores de alguna causa, provenían exclusivamente de Cristo, de la paz que Cristo imparte. Él derriba la pared intermedia de separación que las envidias y los celos personales, las rivalidades de clase, la animosidad racial, los odios nacionalistas y el fanatismo religioso han levantado.
Ese Espíritu reconciliador de Cristo es el que le abre al alma libre acceso a la presencia del Padre celestial.
ORACIÓN DE HOY
Padre nuestro, que has prometido guardar en perfecta paz al alma que se apoya en Ti, dótanos de esa paz que sobrepuja todo entendimiento. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
AUTOR:
Sr. J. Otto Nall
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