LECTURA DE HOY
Evangelio según San Mateo 2:13-15
Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. - Mateo 25:35 (DHH)
En la actualidad son muchos los refugiados. Algunos han huido de la guerra civil o la violencia. Otros fueron víctimas de desastres naturales que destruyeron sus hogares o han visto como la infraestructura y la industria de su comunidad han sido devastadas. A muchos nos apena el número de refugiados, especialmente porque no siempre se les recibe con los brazos abiertos.
En la Biblia podemos leer sobre una familia de refugiados en particular, José, María y el pequeño Jesús. Si no hubiesen huido del país buscando refugio, el bebé hubiese sido asesinado según había ordenado el rey Herodes. Muchos de los refugiados de nuestros días también se enfrentan a una muerte certera si permanecen en su propio país. Aun cuando huyen, el peligro no cesa. Encaran viajes arriesgados hacia otras tierras.
María y José pudieron retornar a su tierra tras la muerte de Herodes, una vez que el peligro había pasado. Muchos de los actuales refugiados atesoran la misma esperanza: sueñan con el día en que podrán regresar a casa.
Quienes no hemos sido desplazados podemos orar por la paz y mantener la esperanza de que los refugiados podrán regresar a su tierra. Al orar, también cumplimos con el llamado de Cristo a recibir al extranjero. Como personas cristianas somos llamados a hacer todo lo posible por quienes buscan refugio ante nuestra propia puerta.
En la Biblia podemos leer sobre una familia de refugiados en particular, José, María y el pequeño Jesús. Si no hubiesen huido del país buscando refugio, el bebé hubiese sido asesinado según había ordenado el rey Herodes. Muchos de los refugiados de nuestros días también se enfrentan a una muerte certera si permanecen en su propio país. Aun cuando huyen, el peligro no cesa. Encaran viajes arriesgados hacia otras tierras.
María y José pudieron retornar a su tierra tras la muerte de Herodes, una vez que el peligro había pasado. Muchos de los actuales refugiados atesoran la misma esperanza: sueñan con el día en que podrán regresar a casa.
Quienes no hemos sido desplazados podemos orar por la paz y mantener la esperanza de que los refugiados podrán regresar a su tierra. Al orar, también cumplimos con el llamado de Cristo a recibir al extranjero. Como personas cristianas somos llamados a hacer todo lo posible por quienes buscan refugio ante nuestra propia puerta.
ORACIÓN DE HOY
Dios de paz, mantennos atentos a las enseñanzas de Jesús y que cuando atendamos a otros, lo hagamos honrándole. Amén.
PENSAMIENTO DEL DÍA
¿Están mis brazos abiertos a recibir al pueblo de Dios que busca refugio?
Autor: Sr. Bill Findlay (Escocia, Reino Unido)
Oremos por: por los refugiados
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