Jesús dijo: «... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». - Mateo 28:20 (RVR)
Iba conduciendo el ómnibus de la iglesia, llevando a algunos de los hermanos en un viaje a Houston, Texas (EE. UU.). Cuando viajamos, solemos llevar una camioneta que nos acompaña en caso de que tengamos algún problema mecánico o una emergencia con un pasajero. Como es habitual, nos detuvimos en un restaurante del camino.
Cuando estábamos saliendo, quise asegurarme de que la camioneta venía detrás de nosotros. Sin embargo, no podía verla en los espejos retrovisores y el bus no tenía un espejo retrovisor central. Pensé que tal vez el conductor todavía no había arrancado o que iba delante de mí. Dos veces di vueltas alrededor del restaurante buscando la camioneta, pero no se veía por ningún lugar. Finalmente, llamé al conductor y le pregunté: «¿Dónde estás?». «¡Estoy justo detrás de ti, preguntándome por qué das vueltas alrededor del restaurante!». ¡Había estado detrás de mí todo el tiempo!
Aunque no puedo ver a Dios, confío en sus promesas. Mi confianza se fortalece al recordar las muchas veces en que he visto la gracia de Dios obrando en mi vida. Algunas veces puedo ver su presencia en mi vida solamente si miro hacia atrás, entonces me ayuda recordar las maneras en que Dios me auxilió en el pasado. Aunque sea difícil sentir su presencia, las promesas del Señor permanecen junto a nosotros siempre.
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