(Leer Mateo 13:1-8, 18-23)
Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno. Mateo 13:23
Cuando leo la parábola de hoy, me pregunto: «¿Cómo puedo sembrar la semilla de fe dónde voy?». Puedo esparcir la semilla del evangelio en todo tipo de suelo y dejar el resto en manos de Dios, pero habiendo crecido en el marco de una comunidad agrícola, no puedo más que pensar en los agricultores cuando leo esta porción. Cada uno de ellos prepara el suelo y lo fertiliza antes de sembrar. Así, le da al cultivo la mejor posibilidad para que prospere.
Al reflexionar en el cultivo desde este punto de vista, recuerdo que, aunque es importante compartir mi fe con todos, no debo decepcionarme si alguna semilla no echa raíces. Dejo esas al Señor y me concentro en nutrir los brotes de fe de quienes están listos para establecer una relación más profunda con Dios. Jesús dio a conocer su mensaje en todos los lugares donde estuvo, sin dejar a nadie de lado. Pero al igual que un agricultor prepara la tierra para plantar, el Maestro invirtió mucho tiempo en sus discípulos y quienes estaban más cerca.
Esta parábola nos invita a considerar cómo estamos plantando las semillas de fe cada día. El ejemplo del agricultor dedicado nos lleva a pensar: «¿Cómo estoy invirtiendo en ciertas personas y ayudándolas a crecer en la fe?». Podemos seguir el ejemplo de Jesús y compartir nuestra fe ampliamente, pero también tomar tiempo para nutrir la fe de quienes nos rodean.
Pensamiento para el día: ¿Cómo puedo sembrar el evangelio de forma intencional?
Oración: Dios Santo, ayúdanos a utilizar nuestros dones con la intención de compartir nuestra fe con otras personas. Amén.
Sr. Paul Cillo (Pensilvania, EE. UU.)
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